31.8.17

Un Kamikaze gringo

Los soldados japoneses no tienen reparo en morir. Se les instruye desde jóvenes que sus vidas no son trascendentales; lo que importa es servir a la nación. Esta manera de pensar los convierte en enemigos feroces y sumamente difíciles de vencer. Los gringos son un tanto distintos. No tienen reparo en matar.
Durante la Segunda Guerra Mundial, más específicamente durante los enfrentamientos de los Estados Unidos contra Japón, existió un héroe que en un principio no parecía tener el valor suficiente para ir a la guerra. Desmond Doss (Andrew Garfield) fue un hombre que a pesar de las circunstancias, nunca dejó de lado sus creencias más profundas. Al contrario que la gran mayoría de los hombres de su época, él se enlistó para salvar vidas, no para quitarlas.
Por mucho tiempo, fue el hazmerreír de su pelotón. Sus superiores le recomendaban que desistiera. Incluso fue golpeado por sus propios compañeros para obligarlo a desertar. Pero él sabía exactamente lo que tenía que hacer.
Hasta el último hombre, un filme de Mel Gibson, nos muestra un lado desconocido del soldado: un lado humano y compasivo, tan lleno de vida que está dispuesto a perderla por servir a su país y a su dios. Basada en una historia de la vida real, esta película muestra una luz de esperanza en tiempos oscuros; aunque es extremadamente gráfica y cruda, hasta el punto de llevar al espectador al límite de sus nervios, el protagonista no lo deja perder la fe en ningún momento.

En pocas palabras, Desmond Doss fue un Kamikaze verdadero, dispuesto a morir, pero nunca a matar - prácticamente un loco- que le dio la vuelta a las circunstancias y, a pesar de ellas, le mostró al mundo que era el único cuerdo de todos.


Soy una productora multimedia, escritora y apasionada de la creación de contenidos.

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